El monóxido de carbono es un gas producto de la combustión incompleta de los combustibles más comunes, como el petróleo, carbón, naftas y gas. Su identificación es dificultosa debido a que el mismo no posee color ni sabor y es casi imperceptible al olfato.
Dichas carencias hacen que se potencie su característica más importante y tristemente célebre, su ALTA TOXICIDAD, que lo cataloga dentro de los GASES LETALES.
La generación de este gas MORTAL es debida en gran mayoría a los escapes defectuosos de los vehículos, si bien los artefactos caseros como cocinas, calefones y estufas e instalaciones fabriles contribuyen en forma apreciable en su generación.
El envenenamiento debido a este gas es producto exclusivo de su inhalación, pudiendo sobrevenir sin que medien síntomas previos.
Las víctimas van desde individuos que intentan reparar escapes defectuosos de su automóvil, o durante el precalentamiento de éste en ambientes cerrados, hasta familias enteras que mueren durante la noche producto de la combustión imperfecta en artefactos de calefacción con tirajes deficientes y SIEMPRE acompañado de una VENTILACIÓN DEFICIENTE.
El hombre requiere fundamentalmente de OXÍGENO para vivir. El Oxigeno llega a las células del cuerpo humano a través del AIRE que ingresa por el aparato respiratorio.
Cualquier obstrucción en el camino del Oxigeno a las células provoca trastornos en el cuerpo humano, pudiendo llegar a la muerte. Al respirar aire con MONÓXIDO DE CARBONO, éste ocupa el lugar del Oxigeno en las células, obstruyendo su camino normal. Esto se produce debido a que el Monóxido de Carbono ingresa en las células más fácilmente que el Oxigeno, evitando que éste llegue al cuerpo humano, provocando la ASFIXIA.
La toxicidad del Monóxido de Carbono es elevada, causando importantes trastornos, aún en pequeñas proporciones, si es mucho el tiempo en que se lo respira.
Es por ello que debe evitarse la generación y acumulación de MONÓXIDO DE CARBONO en ambientes cerrados donde pueda haber personas.