En muchas ciudades, es común ver equipos de construcción y mantenimiento en las calles, y la mayoría de ellos suelen ser de color amarillo. Este hecho tiene una explicación interesante.
El uso del amarillo en maquinaria pesada como retroexcavadoras y grúas no es reciente; su origen se remonta a la Revolución Industrial, cuando comenzó a estandarizarse por sus ventajas prácticas.
Uno de los principales motivos para elegir este color es la seguridad. El amarillo es muy visible y llamativo, lo que permite a los trabajadores identificar rápidamente las máquinas, especialmente en entornos potencialmente peligrosos.
Además de ser fácil de reconocer, el amarillo destaca en diversas condiciones de luz, ya sea en días soleados o nublados, lo que refuerza su utilidad en los sitios de construcción.
Otra ventaja es que el color actúa como una herramienta de comunicación visual. Al ser visible desde lejos, permite una mejor coordinación entre los equipos de trabajo en las obras.
A nivel cultural, algunos países asocian el color amarillo con valores como la fortaleza, la resistencia y el poder, lo que podría haber influido en su adopción en el ámbito industrial.
El medio especializado «The Constructor» señala que, aunque el amarillo se adoptó por razones prácticas, su impacto cultural también ha jugado un papel importante en su popularización.
En definitiva, el amarillo seguirá siendo el color predominante en los equipos de construcción, ya que, además de cumplir una función estética, garantiza la seguridad de los trabajadores y facilita la coordinación en las obras.