Según un informe británico, las mujeres atraviesan más presiones y, por ende, se estresan más que sus colegas masculinos. Cómo se podría revertir la tendencia.
Las mujeres, que ya hace tiempo luchan por superar las desigualdades que las afectan desde tiempos inmemoriales, sufren niveles considerablemente más altos de estrés laboral, ansiedad y depresión que los hombres. Esto sucede en parte, según indicó recientemente un informe británico, gracias al sexismo que existe en los espacios de trabajo y las responsabilidades familiares que proporcionan presiones adicionales en la carrera.
Las cifras oficiales muestran que las mujeres de 25 a 54 años de edad están más estresadas que sus colegas masculinos, alcanzando su punto máximo de estrés entre los 35 y 44 años, cuando muchas mujeres hacen malabares para lidiar también con sus responsabilidades familiares. La médica Judith Mohring, psiquiatra consultora principal del Priory Wellbeing Centre en la ciudad de Londres, Inglaterra, dijo que las mujeres están bajo constante e intensa presión, a causa de la falta de apoyo gerencial en las empresas y el equilibrio entre el trabajo y la vida familiar.
Entre las principales fuentes de estrés estaba la necesidad de tener que enfrentarse a presiones adicionales en el lugar de trabajo, como tener que demostrar que eran tan buenas y talentosas como los hombres, no ser valoradas o promovidas y sufrir un nivel de desempleo desigual, según agregó Mohring, que trabaja tratando a muchas mujeres profesionales.
Las mujeres gestoras en los campos dominados por hombres a menudo también se encuentran con un espacio de trabajo intolerable y sus niveles de estrés aumentan gracias a que las familias dependen principalmente de sus ingresos. Mohring extendió por este motivo un pedido a las empresas de que ofrezcan a las mujeres un trabajo más flexible y una mejor seguridad y progresión profesional. «Si las empresas y las organizaciones están genuinamente interesadas en hacer que su personal femenino leal y talentoso se sienta menos estresado, permitir que los empleados puedan trabajar desde su casa, por ejemplo, es un paso importante hacia adelante».
A partir de los 25 años, las mujeres sienten mucho más estrés que los hombres, y esto continúa durante toda su vida laboral, según las cifras publicadas por el Health and Safety Executive. Los datos para un período de tres años hasta 2016 también mostraron que los hombres de 16 a 24, 25 a 34 y 35 a 44 años, tenían «tasas significativamente más bajas de estrés laboral» que la media. Los que tenían las tasas más altas eran hombres de 45 a 54 años, pero el número «no era estadísticamente significativo», según el informe de HSE.
Por el contrario, las mujeres de 25 a 34 años, de 35 a 44 años y de 45 a 54 años fueron estadísticamente más altas que el promedio, y los investigadores atribuyeron esto en parte debido a que las mujeres predominan en algunos de los roles más exigentes como la enseñanza y la enfermería. El HSE además agregó: «Las ocupaciones y las industrias que reportan las mayores tasas de estrés laboral permanecen constantemente en los sectores público y de salud de la economía. Las razones mencionadas como causas del estrés relacionado con el trabajo también son la carga de trabajo, la falta de apoyo gerencial y los cambios organizacionales».
El informe, que se basa en entrevistas a 38 mil hogares en la base de datos del gobierno británico, también mostró que la depresión y la ansiedad representaron el 37 por ciento de la mala salud relacionada con el trabajo y el 45 por ciento de los días perdidos en el período de 2015 a 2016.
Los estadísticos dijeron que las cifras de estrés «representan una tendencia ampliamente estable en los últimos años», lo que, según sugirió Mohring, mostró que no se ha hecho lo suficiente para dar a las mujeres la igualdad en el lugar de trabajo que necesitan.
Alrededor de 200 mil hombres reportaron un estrés relacionado con el trabajo en promedio durante los últimos tres años en comparación con las 272 mil mujeres, según las cifras del HSE. Esto significa que las mujeres eran 1,4 veces más propensas a sufrir estrés, ansiedad y depresión.