En el último año hemos tenido que adaptar casi todos los aspectos de nuestra vida ante las exigencias de esta crisis sanitaria. Y el trabajo no ha sido una excepción. Por elección u obligación, muchas personas están teletrabajando.
La mayoría de actividades se pueden llevar a cabo con un ordenador y un teléfono, eso no es problema, pero al pasar todo el día dentro del mismo entorno, nos cuesta mucho más desconectar y, con el paso de los meses, eso pesa.
Máxime cuando la situación nos cogió por sorpresa a todos, y ni las empresas ni los trabajadores tenemos demasiada experiencia con este formato de trabajo. Hasta el año pasado, según la Encuesta de Población Activa, solo el 5% de los trabajadores ejercía sus funciones desde casa, una cifra que ha crecido por la fuerza en 2020.
No hay duda de que el teletrabajo ha sido positivo en muchos sentidos, dejando de lado las repercusiones sanitarias. Adaptarse rápidamente a ello ha permitido a muchas empresas seguir abiertas y no meter a toda su plantilla en un ERTE. Una parte de la actividad económica no se ha detenido, y eso a la larga es bueno para todos. Pero, por otro lado, también ha repercutido en cómo percibimos los horarios y el espacio de trabajo, provocando que cada vez nos cueste más poner límites.
Oficina en casa…
… y permanentemente abierta
El estudio COVID-19 Global Impact, de la compañía Cigna, destaca que el 74% de empleados españoles dice vivir permanentemente conectado o pendiente del trabajo. Tener la oficina en casa provoca a cada vez más trabajadores dificultades para desconectar, especialmente al acabar la jornada laboral y los fines de semana.
Esta falta de compartimentación y descanso acaba afectando negativamente a la salud física y mental de las personas. Ya en 2019, la OMS reconoció como enfermedad el burnout o desgaste profesional, un trastorno provocado por una situación de estrés laboral crónico. Y cada vez más empleados ven cómo su bienestar y su productividad caen por estos motivos.
Distintos gobiernos y organismos son conscientes de las complicaciones que se están dando, y por ello trabajan en regulaciones que mejoren la situación de los trabajadores. En España se aprobó hace unos meses la Ley del Teletrabajo, mientras que, por su parte, el Parlamento Europeo pidió hace unas semanas que se garantice el derecho de los trabajadores a desconectar fuera del horario laboral, sin que sufran consecuencias.
Pero todas estas iniciativas llevan su tiempo, de modo que mientras vale la pena adoptar algunas de las recomendaciones que, según los psicólogos y los expertos en organización, pueden ayudarnos a desconectar.
Existen varias pautas a poner en práctica para mejorar la desconexión laboral y cuidar la salud mental antes, durante y después del trabajo.
Crearun espacio de trabajo. La primera recomendación tiene que ver con crear un lugar de trabajo. Elige un lugar donde tengas espacio suficiente para todo el material que necesites y, muy importante, con un buen asiento. Que el espacio sea tranquilo es necesario, pero puede ser difícil si hay más gente en casa. Si es así, prueba a pactar horarios con tu familia o tus compañeros de piso para que el trabajo sea más agradable para todos.
Luz y ventilación. El Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo aconseja que, siempre que sea posible, ese espacio de trabajo se establezca en una habitación con luz natural y ventilación. Y, como probablemente vayas a estar varias horas sentado en el mismo lugar, programa algunas pausas para levantarte, caminar, estirar cuello y espalda y cambiar de postura.
Mantén hábitos laborales. Otro punto clave es intentar mantener una rutina que se parezca a la que tenías cuando trabajabas presencialmente; es algo familiar, que ya has hecho y que sabes que puedes cumplir porque ya lo hacías antes. En este sentido, expertas en comportamiento organizacional han recomendado en un artículo en la Harvard Business Review mantener claramente separados los hábitos de trabajo y los de “estar por casa”. Un ejemplo: vístete con tu ropa habitual de cuando ibas al trabajo por las mañanas, y no te cambies hasta que acabes la jornada.
Marca horarios, incluida la pausa del café. Cuesta desconectar porque las horas de trabajo se van alargando y estar cerca de la zona de trabajo en todo momento, incluso cuando se ha acabado la jornada o en fin de semana, no lo pone fácil. A esto también hay que añadir el resto de obligaciones cotidianas, complicadas de compaginar. Por eso los horarios son importantes. Adoptar el formato de la oficina está bien, porque permite marcarte la hora de la comida y descansos para el café. Pero las mismas investigadoras de la Harvard recuerdan la importancia de la flexibilidad porque, ahora más que nunca, pueden surgir imprevistos.
Pon límites y silencia el móvil. Lo ideal es que, contando con todo esto, te fijes una hora límite para estar disponible. Cuando llegue ese momento, desconecta, y hazlo completamente. Si te cuesta no abrir el mail o no responder a una llamada, cierra tus cuentas y pon el móvil en silencio. Recuerda también empatizar con los demás: aunque tú un día te hayas quedado hasta más tarde, tus compañeros también necesitan descansar, y quizás ese correo puede esperar a mañana.
Organízate y fija objetivos realistas. Evitar el estrés tras la jornada laboral es mucho más sencillo si sientes que estás siendo productivo durante las horas que te has marcado para trabajar. Por eso, las últimas recomendaciones giran entorno a organizar bien tus tareas. Fíjate cada mañana unos objetivos realistas, que puedas cumplir dentro del tiempo que tienes. Reajusta estas metas si crees que es necesario, pero no te dejes tareas pendientes, porque seguirás pensando en ellas.
Prioriza lo importante. No olvides tampoco cuál es tu tarea más importante. Dedica a ella los ratos en los que más centrado puedas estar para obtener resultados mejores. Las actividades más ligeras puedes intercalarlas para descansar, o guardarlas para esos momentos del día en los que sabes que te cuesta más dedicar mucho esfuerzo.
Todas estas fórmulas requieren que el trabajador ponga de su parte, pero es complicado aplicarlas si la empresa no facilita las condiciones de trabajo adecuadas. No se debería exigir a los empleados que estén pendientes las 24 horas, para eso se pactan unos límites y horarios, explican los expertos.
También es fundamental mejorar los canales de comunicación interna, porque es una situación complicada para todos, y los empleados necesitan sentirse escuchados y apoyados. Solo respetándolos se conseguirán buenos resultados, tanto económicos como en la salud de los trabajadores.