La contaminación del suelo es invisible al ojo humano, pero compromete la calidad de los alimentos que comemos, el agua que bebemos y el aire que respiramos, y pone en riesgo la salud humana y medioambiental. La mayoría de los contaminantes tienen su origen en actividades humanas como los procesos industriales y la minería, la mala gestión de los residuos, las prácticas agrícolas insostenibles, los accidentes que van desde pequeños derrames químicos hasta accidentes en centrales nucleares, y los múltiples efectos de los conflictos armados.
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