Las tareas de limpieza pueden realizarse con herramientas manuales, como cepillos, escobas, trapos y fregonas, o con la ayuda de máquinas. Se utilizan diversos productos químicos para disolver la suciedad y hacer que las superficies estén limpias y brillantes. La dificultad de la tarea varía dependiendo del tipo de superficie (lisa, rugosa, porosa), la altura y la geometría de los objetos que hay que limpiar, la cantidad de objetos en un espacio determinado y las tareas realizadas en estos espacios. En algunos lugares la necesidad de limpieza puede reducirse o eliminarse mediante cambios de diseño en los objetos (como los inodoros autolimpiables).
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