Hace 7 siglos que cuatro caballos bronceados guardan la catedral de San Marcos en Venecia. Sobrevivieron al pillaje de las tropas napoleónicas y a dos guerras mundiales, pero los están destruyendo el aire contaminado generado por instalaciones petroquímicas próximas a la ciudad.
El efecto corrosivo del aire también deteriora el Coliseo y el Arco de Tito en Roma. En Atenas se trabaja permanentemente para proteger el Partenón y la Acrópolis. Lo mismo ocurre en Notre Dame en París, la catedral de Exeter en Inglaterra, etc.
En Holanda existe una ley para el saneamiento de canales incluidas multas para los que provocan contaminación. En Alemania se preocupan para mantener limpias las aguas del Rhin. Los lagos suizos son otro ejemplo, y el más típico es el caso del lago Erie (EEUU) que hace varios años fue declarado «‘muerto» a causa de la contaminación.
Siguen las «‘trampas tecnológicas»: La energía atómica elimina la contaminación del aire, pero no así el agua de los ríos. Hace varios años el gobierno de Nueva York ordenó la suspensión de las pruebas de una planta nuclear denominada Point N2 de la compañía Edison sobre el río Hudson. Estas pruebas habrían matado más de 100.000 peces.
La contaminación del suelo es otro problema: los fertilizantes, plaguicidas, maquinarias y otros adelantos técnicos han permitido elevar la producción de alimentos en muchas partes, pero el exceso de estos elementos químicos contaminan el suelo especialmente cuando son arrastrados por las aguas a los ríos, lagunas, acequias, etc., pues según los técnicos facilita el crecimiento de las algas y al morir éstas su descomposición reduce la cantidad de oxígeno del agua. De la misma manera si el exceso de fertilizantes desemboca en lagunas que rodean los arrozales, mueren los peces, se eleva la producción de arroz, pero adquieren menos proteínas necesarias para la alimentación.
Otro aspecto mucho más familiar referido a la contaminación del suelo es la basura. Sabemos que cuanto más alto es el nivel de vida, mayor es la cantidad de basura. Hay que tener en cuenta que antes de promediar el siglo XX la basura era una, y otra después. Los artículos plásticos no se descomponen en circunstancias corrientes, a la vez que si se los queman contaminan el aire.
Estos ejemplos citados son apenas algo de lo ocurrido en Italia, Francia, EEUU, Grecia, por supuesto nuestro país no es la excepción como lo que estaría ocurriendo con la aguas del Riachuelo por citar solamente uno. «‘Cuando nos metemos con la naturaleza -ha dicho el naturalista John Muir- uno se da cuenta que todo está relacionado con todo lo demás. Es decir, el equilibrio ecológico tiene una precisión acrobática y no se la puede alterar sin correr riesgos». Creo que el hombre necesita protegerse del hombre mismo. Se han realizado conferencias y reuniones entre los técnicos de varias naciones donde se han tratado estos problemas ocasionados por el desarrollo y la tecnología moderna en el «‘mecanismo» de la vida. Estas conferencias servirán para estudiar cómo hacerlo, de lo contrario, el enemigo seremos nosotros mismos.