Las cenizas pueden provocar síntomas secundarios a irritación respiratoria, ocular, cutánea y otros efectos indirectos.
El desarrollo de síntomas respiratorios depende de diferentes factores tales como: la concentración de partículas en el aire, la proporción de partículas finas en las cenizas, la frecuencia y duración de la exposición, la presencia de cristales de sílice y de gases volcánicos o aerosoles mezclados con las cenizas, las condiciones meteorológicas, el estado de salud previo y el uso de equipo de protección respiratoria.
Los síntomas respiratorios más comunes son:
- Tos por irritación de garganta y laringe.
- Flujo nasal y descarga por irritación nasal.
- Broncoespasmos.
- Disnea.
- Reagudizaciones en personas con enfermedad pulmonar obstructiva crónica (asma, EPOC, enfisema, bronquitis crónica, fumadores, bronco displasia pulmonar, secuelas respiratorias varias, traqueostomizados, fibrosis quística, entre otras) o complicaciones cardíacos severos.
Los síntomas oculares más frecuentes, son secundarios a raspaduras de córnea y conjuntivitis. Se recomienda, mientras persistan las cenizas, no utilizar lentes de contacto y utilizar en cambio, anteojos con protección lateral.
Los síntomas referidos son:
- Sensación de cuerpo extraño en el ojo.
- Dolor, picazón y enrojecimiento.
- Lagrimeo y secreción.
Ante la presencia de estos síntomas, por exposición a las cenizas, se recomienda lavar bien los ojos con abundante agua potable y/o hervida y no utilizar colirios o gotas oftalmológicas sin prescripción. Si la sensación de cuerpo extraño persiste, será necesaria la atención médica.
En la piel la irritación causa enrojecimiento, exacerbación de eczemas e impetiginación por rascado. Como efectos indirectos, las cenizas suelen causar:
- Accidentes de tránsito y caídas en la vía pública.
- Desmoronamientos, desplomes, hundimientos por efecto del peso de las cenizas.
- Complicaciones para acceder a los servicios básicos.
- Contaminación de las fuentes de agua o bloqueo de los equipos de suministro.
- Desperfectos en maquinarias y calefactores con las consecuentes intoxicaciones.
- Interrupción de los servicios eléctricos.
- Inundaciones por la acumulación de las cenizas en alcantarillas, cuando llueve formación de lahares o avalanchas de barro volcánico.