En cuatro años se duplicó en la Ciudad la cantidad de gente que habla por teléfono mientras conduce. Además se triplicó el número de peatones que sigue conversando al cruzar las esquinas. Falta control. Llamados, mensajes de texto, el aviso de Twitter o tan solo cambiar de tema en el reproductor del teléfono. De tanta atención que demanda en el cerebro del conductor, el celular debería tener su propio cinturón…Seguir leyendo