En los últimos dos años, en la Argentina creció un 27% la utilización del celular mientras se conduce un vehículo; un hábito muy peligroso por la falta de atención dentro del tránsito y que puede provocar graves accidentes.
¿Recibiste el mensaje? El celular al volante, mata». Simple, fuerte y muy real. Este fue el mensaje elegido por la Asociación Civil Luchemos por la Vida en su campaña de concientización sobre el no uso del celular al manejar, la cual se completó con un conductor que se distraía con mensajes y terminaba colisionando su auto contra otro vehículo.
Y sí, un par de segundos es suficiente. Aunque en la vorágine en la que se vive en la actualidad esa fracción de tiempo no signifique prácticamente nada, sí alcanza para que una distracción en la conducción tenga un desenlace trágico, sin posibilidad de retorno. Son muchos los elementos de distracción que se presentan en el momento del manejo, los cuales significan una preocupación creciente en todos quienes trabajan en pos de mejorar la seguridad vial en la Argentina.
Así como sucede en la rutina cotidiana, en la que el teléfono celular ganó un amplio espacio -muchas veces absurdo-, en la conducción, peligrosamente, también lo hizo. Solo basta con posicionarse en cualquier esquina y observar cuántos conductores circulan utilizándolo o la cada vez más común demora que éstos tienen en sus reacción por estar utilizando el móvil ante el encendido de la luz verde en los semáforos. Ese mismo reflejo que no se tiene para dar vía libre al tránsito, tampoco se dispone en el momento de realizar una maniobra de anticipación y/o preventiva a un siniestro vial si se está utilizando el celular.
Cifras alarmantes
Aunque el mismo está penado por Ley de Tránsito 24.449, el uso del celular se identifica como el elemento más frecuente de distracción entre los conductores de los vehículos. De acuerdo con un estudio observacional llevado adelante por la Agencia Nacional de Seguridad Vial (ANSV), la cual depende del Ministerio de Transporte de la Nación, el porcentaje de distracción al volante a nivel nacional creció del 12,1% al 16,8% en solo dos años (2016 a 2018), lo que representa un aumento del 38,8%. De dicho porcentaje, el celular se lleva la mayor parte, ya que en el mismo período de tiempo pasó del 7,4% al 9,4%, es decir marcando un crecimiento del 27%. Pero, por ejemplo, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires dicha cifra es todavía más alarmante, dado que, sobre 6200 casos de estudio, el 15,4% usa el celular al conducir.
Estos números representan una peligrosa situación, que le suma mayor complejidad a otra que cuesta mucho remediar. En nuestro país la cifra de víctimas por siniestros viales es altísima. El número oficial, provisto por la ANSV, indica que en 2018 en la Argentina murieron 5472 personas en accidentes de tránsito (un promedio de casi 15 por día), siendo la primera causa de muerte entre los 5 y los 29 años. Incluso, hay cifras como las que entrega Luchemos por la Vida que señalan que fueron 7274 las víctimas fatales y que además quedaron unos 120 mil heridos de distinto grado. Lo más preocupante es que estos números, tómese el medidor que se tome, no se redujeron en los últimos años pese a las innumerables campañas preventivas. No cabe duda de que, más allá de la concientización general, es necesario un replanteo urgente en la ley y su ejecución, tema largamente tratado en estas páginas.
Con estos marcadores, es muy alarmante la poca conciencia que gran parte de las personas tiene respecto del crecimiento del uso de los celulares al manejar y los peligros severos que ello representa. Está comprobado que cuando un conductor mira al teléfono durante tres segundos, circulando a 40 km/h que es la velocidad máxima permitida en una calle, recorre 33 metros a ciegas. ¡Casi media cuadra con los ojos cerrados! Igual de grave es que en una llamada que dura sólo un minuto, mientras se maneja 130 km/h, la máxima velocidad permitida en una autopista, el conductor transita más de 2,16 kilómetros sin prestar atención al camino. Gravísimo.
En el programa «Elegí cuidarte», ideado para promover el uso responsable de la tecnología y concientizar sobre la importancia de evitar circunstancias que puedan conllevar situaciones de riesgo, las compañías Movistar y Gonvarri (empresa que, entre otros aspectos, trabaja en la seguridad vial) realizaron un informe que entregó datos preocupantes. Consultaron a 1018 usuarios, de entre 18 y 65 años, sobre sus hábitos en la conducción. Según el mismo, para nueve de cada 10 conductores el uso indebido del teléfono móvil es la principal causa de distracción mientras manejan. Entre la utilización del celular en la conducción, las acciones percibidas como más peligrosas son escribir mensajes de texto o WhatsApp y leer noticias (83%), buscar información (82%), leer mensajes de texto o WhatsApp (79%), sacar fotos (77%) y grabar videos (77%). Consultar o programar el GPS o aplicaciones similares, como el Waze, también fue reconocido por un alto número, el 60%, como un aspecto que los distrae.
Reconfirmando aquello de la falta de conciencia en buena parte de la población, el estudio realizado arroja que el 75% de aquellos que reconocieron usar el celular mientras conducen afirma que puede estar pendiente del teléfono sin perder la atención al volante durante 4,69 segundos… Asimismo, los jóvenes de menos de 25 años son los que en mayor medida piensan que pueden estar más tiempo pendiente del teléfono sin perder la atención en el manejo: dicen alcanzar los 7,82 segundos. Para graficar lo grave que esto resulta vale decir que, en ese lapso, y a una velocidad de 120 km/h, un conductor estaría transitando 260 metros sin mirar el camino.
Tampoco con «las manos libres»
Hace años que la ciencia estudia las importantes limitaciones que nuestro cerebro tiene para realizar dos tareas que demanden atención al mismo tiempo. En ese trabajo de investigación, los profesionales han probado cuán peligroso es conducir mientras se habla o mensajea por celular, aún con el sistema de manos libres. Un estudio realizado en la Universidad de Carnegie Mellon, Estados Unidos, sostiene que la actividad cerebral del lóbulo occipital (encargado de la visión) y del lóbulo parietal (responsable de recibir los estímulos sensoriales) se ven reducidas hasta un 37% cuando se habla por teléfono, pudiendo provocar una «ceguera por desatención», con riesgos para el conductor y terceros. Ergo, aunque no se usen las manos, la atención dista de ser completa.
El peligro también está en el peatón
En el caso del tránsito urbano, al peligro de los conductores con celular se le agrega, por si hiciera falta, las distracciones de los peatones. Luchemos por la Vida efectuó un trabajo al respecto. «Recientes investigaciones internacionales han concluido que caminar hablando por teléfono celular es muy riesgoso ya que las personas observadas despliegan comportamientos tales como cruzar más despacio, sin mirar al tránsito circundante, y no esperar a que los vehículos se detengan para comenzar a cruzar, en una proporción muchísimo mayor que los no usuarios de celular. Para los peatones el problema real principal parece ser la distracción, así como les sucede a los conductores. Y en el tránsito caótico de nuestro país, este nuevo hábito compartido por peatones y conductores no hace más que empeorar la seguridad de todos en la vía pública», expresó dicha asociación luego de evaluar a 3126 personas y ratificar aquellas investigaciones. En 2018 se produjo un 35% de incremento en la muerte de peatones, siendo además el 44% de los fallecidos en siniestros viales.
A modo de resumen, la ANSV, por su parte, afirma: «En sintonía con la Organización Mundial de la Salud (OMS) de la ONU: el uso del celular al volante (con o sin manos libres) puede interferir en las capacidades del conductor de varias formas: cognitiva (la conversación desvía el foco de la atención del conductor), visual (puede implicar quitar la mirada del camino para, por ejemplo, escribir un mensaje de texto), auditiva (cuando el volumen impide recibir estímulos externos, como el sonido del sistema de emergencias) y hasta física (cuando implica quitar al menos una de las manos del volante). Por: Agustín Lafforgue