SOBRE EL MAR DE ROSS, Antártida — Los motores zumbaban mientras un avión militar de carga surcaba el aire glacial directamente hacia el pedazo de hielo flotante más grande del mundo.cal

En las entrañas del avión, varios científicos accionaron interruptores. Los medidores de gravedad cobraron vida. Pulsos de radar y rayos láser fueron disparados hacia el hielo. La superficie de la Barrera de Hielo de Ross empezó a revelar secretos ocultos debajo.
La Antártida, una inmensa tierra congelada, esconde muchos misterios. Algunos científicos piensan que el destino de la civilización podría depender de descifrarlos.
Muchas personas consideran que la Antártida no cambia. Pero millones de toneladas de hielo se mueven de la tierra al mar cada año, y lo han hecho durante una eternidad. Pero los científicos temen que partes de la capa de hielo podrían estar en las primeras etapas de una desintegración incontenible.
Debido a que la fragmentación de partes de la capa de hielo podrían elevar el nivel del mar en varios metros, la continuidad de la existencia de ciudades vulnerables cerca de las costas del mundo podría depender de lo que suceda aquí.
Un rápido deterioro de la Antártida podría ocasionar que el mar se eleve tan rápido que decenas de millones de refugiados costeros tengan que huir tierra adentro, colocando potencialmente presión sobre las sociedades hasta el punto de quiebre. Los científicos alguna vez consideraron ese escenario como propio sólo de películas de desastre. Ahora no pueden descartarlo.
Sin embargo, enfrentan una escasez de información. Recientes pronósticos informáticos sugieren que si las emisiones de efecto invernadero continúan a un alto nivel, partes de la Antártida podrían fragmentarse fácilmente, ocasionando que el mar se eleve 2 metros para fines de este siglo —el doble del aumento máximo proyectado por un panel internacional del clima hace cuatro años.
La Fundación Nacional de Ciencias en Washington y el Consejo de Investigación de Ambientes Naturales en Gran Bretaña están uniendo fuerzas para obtener mejores mediciones en los principales puntos problema. El esfuerzo podría costar más de 25 millones de dólares y tardar años en producir respuestas más claras sobre la suerte del hielo.
Por remota que pudiera parecer la Antártida, toda persona que se sube a un auto, se come un bife o aborda un avión contribuye a emisiones que ponen en riesgo al continente. Si esas emisiones no son controladas y se permite que el mundo se caliente lo suficiente, los científicos no dudan de que grandes partes de la Antártida se derretirán en el mar.
Sin embargo, no saben cuál es la temperatura detonante, o si la aceleración del hielo significa que la Tierra ya la ha alcanzado.
Peligran ciudades costeras
Más del 60 por ciento del agua dulce de la Tierra está encerrada en las capas de hielo de la Antártida. El hielo lleva decenas de millones de años acumulándose. Capas delgadas de nieve que caían poco a poco se convirtieron gradualmente en hielo, sepultando cordilleras y creando una capa de hielo de más de 3 kilómetros de espesor. Bajo su propio peso, ese hielo fluye cuesta abajo en corrientes de lento movimiento que a la larga descargan icebergs en el mar.
Si la capa de hielo se desintegrara, podría elevar el nivel del mar en 50 metros —un potencial apocalipsis, dependiendo de la velocidad con la que sucediera. La investigación sugiere que si la sociedad quema todos los combustibles fósiles que se sabe que existen, el colapso de la capa de hielo será inevitable.
Algo similar podría haber sucedido ya. En el siglo XIX, los etnógrafos se percataron de que muchas civilizaciones tenían mitos de inundaciones. En la Epopeya de Gilgamesh, las aguas abruman tanto a los mortales que los dioses se asustan. En la versión india, el Dios Visnú advierte a un hombre que se refugie en un bote, llevando semillas. En la Biblia, Dios le ordena a Noé que lleve una pareja de cada criatura en su arca.
“Creo que algún tipo de inundación importante sucedió a nivel mundial”, dijo Terence J. Hughes, un glaciólogo retirado, “y dejó una huella indeleble en la memoria colectiva de la humanidad que quedó preservada en estos relatos”.
Esa inundación habría ocurrido al final de la última era de hielo. Hace unos 50 mil años, las capas de hielo encerraban tanta agua que el nivel del mar cayó unos 120 metros. Quizá hace 25 mil años, las capas de hielo empezaron a derretirse y el nivel del mar empezó a subir.
Persisten remanentes de esa era de hielo. Los principales sobrevivientes son las dos grandes capas de hielo que cubren a Groenlandia y la Antártida. A partir de los años 70, algunos científicos advirtieron que las capas de hielo podrían ser vulnerables mucho más pronto de lo previamente esperado si las emisiones de efecto invernadero no eran controladas.
En los 90, se iniciaron extensos monitoreos satelitales y en espacio de una década surgió evidencia de que la capa de hielo se retraía y desestabilizaba. Desde entonces, el ritmo al que algunos de los glaciares descargan hielo en el mar se ha triplicado. Más de 100 mil millones de toneladas se pierden cada año.
Un estudio de 2016 realizado por Robert M. DeConto, de la Universidad de Massachusetts, en Amherst, y David Pollard, de la Universidad Estatal de Pennsylvania, encontró que tanto la Antártida Occidental como algunas partes de la Oriental eran vulnerables al continuo calentamiento global. Reportaron que el nivel del mar podría subir casi 2 metros para finales de este siglo, y que el ritmo podría elevarse dramáticamente en el siglo XXII.
