Charlas de Seguridad 28 de noviembre del 2014 Prevención de Riesgos No hay comentarios
La modernidad invade a las empresas. La calidad sin duda representa hoy la principal arma al vender materia prima o un producto final. Sin embargo, los accidentes de trabajo interfieren bajo un camuflaje en el funcionamiento normal de la producción. Los problemas económicos derivados del accidente de trabajo llegan para todos: accidentados, sociedad, nación y también, la empresa. Por eso, el accidente de trabajo representa un costo social y privado.
Las empresas son las más perjudicadas por las consecuencias antieconómicas de los accidentes de trabajo, a pesar de que no siempre esto sea percibido. Podemos decir inclusive, que las empresas desconocen las pérdidas que se alcanzan debido a los accidentes y a veces sus dirigentes ni imaginan cuánto representan los accidentes de sus trabajos o productos.
Las empresas brasileras (urbanas y rurales) se transforman en verdaderos campos de batalla. Cada año, cerca de 750 mil trabajadores son víctimas de accidentes de trabajo. De este total, 5 mil mueren y 20 mil quedan mutilados, sin condiciones de volver a la actividad profesional. En esta guerra diaria, 400 mil son dados de baja del trabajo por 15 días por lo menos cada, debido a algún tipo de accidente, y otros 280 mil son obligados a quedarse fuera de acción por un período que puede variar de 15 días a algunos años.
Además del drama humano, este ejército de accidentados le cuesta al país 6 mil millones de dólares por año, según cálculos del Ministerio de Trabajo. Muchas empresas brasileras, no obstante, están lejos de darse cuenta de la pérdida que sufren por no ofrecer las debidas condiciones de trabajo a sus empleados. El costo indirecto de cada trabajador accidentado es cuatro veces más que el costo directo del accidente. O sea, además de los gastos con seguro, médicos, y descanso del trabajador, existe una pérdida aún mayor, citada en los ejemplos anteriores.
Sobre el aspecto humano, podremos afirmar que la preservación de la integridad física, de la vida y del gusto por el trabajo son dádivas para el trabajador y su familia. Más que eso, ¡es su derecho!