Los bifenilos policlorados (PCBs) también conocidos como “askareles o BPCs” son compuestos químicos formados por cloro, carbono e hidrógeno.
Fueron sintetizados por primera vez en 1881 por SCHMITT-SCHULZ en Alemania.
En 1929, la empresa Monsanto (USA) inició la producción industrial. Los PCBs son resistentes al fuego, muy estables, no conducen la electricidad y tienen baja volatilidad a temperaturas normales. Son insolubles en agua, químicamente estables, altamente aislantes, con el punto de ebullición a alta temperatura (+170ºC), y no inflamables.
Éstas y otras características los han hecho ideales para la elaboración de una amplia gama de productos industriales y de consumo. Pero son estas mismas cualidades, las que hacen al PCB peligroso para el ambiente, especialmente su resistencia extrema a la ruptura química y biológica, a través de procesos naturales. Irónicamente, su estabilidad química, que ha contribuido a su uso industrial extenso, es también uno de los aspectos que causa la preocupación más grande. Esta resistencia inusual, más su tendencia a permanecer y acumularse en organismos vivos, genera la presencia de PCBs en el ambiente y una amplia dispersión, con sus consecuentes efectos.
Los PCBs pueden ingresar en el cuerpo a través del contacto de la piel, por la inhalación de vapores o por la ingestión de alimentos que contengan residuos del compuesto.
Durante varias décadas, los PCBs fueron usados de manera rutinaria en la fabricación de una amplia variedad de productos comunes como plásticos, adhesivos, pinturas y barnices, pesticidas, papel carbónico “sin carbón”, tintas de imprenta, balastos de luces fluorescentes, y compuestos para enduidos. Se estima que entre 1929 y 1977 se produjeron 550 millones de Kg. de PCBs en los EEUU. Monsanto era el único productor en ese país.
Aunque la producción de estos compuestos ha cesado en casi todo el mundo, persisten en el ambiente, y por ello continúan siendo detectados mucho tiempo después de que su fabricación cesó. Además, potenciales fuentes de PCB existen aún debido a las viejas prácticas de disposición final.
Los científicos estiman que el 70 % de todos los PCBs fabricados todavía están en uso o en el medio ambiente, a menudo en los vertederos donde gradualmente van contaminando los acuíferos.
El PCB es considerado un «contaminante orgánico persistente», es decir que permanece en el medio ambiente por largos períodos. Está incluido en la «docena sucia», un listado de los doce contaminantes más persistentes del planeta.
El principal riesgo ocurriría en el caso de que los transformadores explotaran o se prendieran fuego. En ese caso, una parte del PCB podría transformarse en productos químicos denominados dioxinas, que se producen por la combustión de los bifenilos policlorados.
Luego de conocerse en los medios de prensa sobre el envenenamiento del candidato a la presidencia de Ucrania, Víctor Yuschenko, en cuya sangre se encontró un nivel de dioxina 6000 veces superior al normal, el segundo más alto del que se tiene conocimiento, pareciera que son menos tóxicas para los seres humanos que lo que se creía.
La evidencia científica actual indica que los PCBs son cancerígenos y tóxicos para los animales bajo condiciones de exposición crónica.