Charlas de Seguridad 23 de julio del 2013 Prevención de Riesgos No hay comentarios
Hoy en día, existen todo tipo de herramientas eléctricas, cuyo precio permite que estén al alcance de todos: taladros, sierras, lijadoras, atornilladores, amoladoras, entre otros. Eso provoca que muchos piensen que, con solo comprarlas, ya se convierten en expertos, nada más alejado de la realidad.
Si bien algunas son bastante sencillas de manejar, otras no lo son tanto y requieren una serie de cuidados para evitar accidentes. Son pocas las personas que utilizan elementos de protección, como guantes o anteojos y, lamentablemente, lo recuerdan cuando ya es tarde para reparar el daño. Veamos un caso de manera ilustrativa:
A un operario le indican que debe cortar unas maderas. No se le entregan los elementos de protección personal adecuados (EPP) ni se le indica con cuál herramienta hacerlo. El trabajador utiliza habitualmente una amoladora, así que opta por esta herramienta. La pone en funcionamiento e intenta cortar la madera; como esta está húmeda, se frena el disco de la amoladora, y, con la fuerza de giro, el trabajador pierda el control, se le escapa de las manos y rebota contra su pie más cercano. Si bien, al soltar la herramienta, comenzó a parar, no lo ha hecho del todo, por lo que los daños fueron inevitables: la amoladora cortó el cuero del zapato, los tendones del empeine y parte del hueso metatarso. El operario no perdió el pie, pero no pudo recuperar nunca un andar correcto, ya que perdió parte de la funcionalidad en los tendones.
¿Cómo se hubiera podido evitar el accidente? Primero, la herramienta no era la adecuada para el uso que se le pretendía dar. Segundo, no poseía guantes que hubieran evitado que la herramienta resbalara de sus manos. Tercero, los zapatos no eran los correctos; una puntera de acero hubiera impedido que el corte no llegara al pie. El operario tampoco llevaba gafas, aunque, en este caso, no tuvo relevancia su uso.
Si esto le sucede a una persona acostumbrada a utilizar este tipo de herramientas, habría que preguntarse qué queda para quienes manipulan herramientas eléctricas durante los fines de semana para realizar arreglos caseros.
La primera recomendación es algo demasiado sencillo, pero que pocos hacen: leer los manuales de instrucciones. Allí los mismos fabricantes exponen los riesgos posibles e indican los elementos de protección adecuados. Tenerlos en cuenta no solo previene los accidentes, sino que, además, ayuda a que sepamos sobre el mantenimiento apropiado y alargar su vida útil.
Lo segundo se refiere al tamaño y la fuerza motriz del aparato. Si bien un taladro de mayores dimensiones permite acelerar las tareas, no todos tienen la fuerza necesaria para utilizarlos correctamente. Es preferible invertir en un aparato más pequeño, cuyo uso sea más fácil. Si debe usar una herramienta más grande, es mejor llamar a un experto, siempre resultará más barato que un accidente.
Tercero, además de la herramienta, comprar, en el mismo momento, los elementos de protección adecuados. Si uno no sabe cuál llevar, puede solicitar asesoramiento a los vendedores del local. No son demasiado caros si uno entiende que puede marcar la diferencia entre mantener todos los dedos o aprender a señalar con el meñique.
Cuarto, considerar el área de trabajo y el estado de la instalación eléctrica. Se trata de herramientas que usan electricidad, por lo que un cortocircuito puede provocar un incendio o la electrocución del operario. Cuando hablamos del área de trabajo, no quiere decir los diez centímetros circundantes al corte o la perforación, sino toda el área. Sería bueno que en la habitación no se encuentren otras personas y, menos que menos, niños o animales, ya que, si llega a estar mal ajustado un rodillo, una broca o un disco, por efecto de la velocidad, puede salir disparado. Sin intención más que de jugar, ellos pueden acercarse sin ser escuchados por quien manipula la herramienta, y las consecuencias ya todos las podemos imaginar.
Arreglar cosas en casa es para algunos altamente gratificante porque despeja la mente de las tareas habituales. Hacerlo de la manera adecuada, disminuyendo los riesgos y la posibilidad de accidentes, permite seguir disfrutando de este hobbie maravilloso.