Cuando el accidentado ha quedado libre del contacto eléctrico, o una vez rescatado, se inician las operaciones de socorrismo que, por orden de urgencia, son las siguientes:
1. Apagar el incedio de las ropas (si es que existe), echando a la víctima sobre el suelo y tratando de sofocar las llamas con mantas, arena o cualquier otro material incombustible del que se disponga. No es recomendable emplear agua en accidentes por electricidad, ya que estando próximo el lugar del accidente y siendo el agua conductora, existe el riesgo de que se electrocuten accidentado y socorrista.
Si este riesgo puede descartarse, sí debe emplearse agua, ya que hay que impedir a toda costa que las ropas sigan ardiendo y provoquen extensas quemaduras que que muy posiblemente originarán la muerte.
2. Reanimación.
En los accidentes por electricidad son muy frecuentes la supresión de la respiración y de los latidos cardíacos que, con la pérdida del conocimiento, caracterizan la muerte aparente del accidentado.
Si la víctima está inconsciente pero respira y tiene pulso, seguramente se trata de un simple shock. En este caso basta con poner al accidentado acostado sobre un lado (decúbito lateral). Se debe vigilar su respiración y su pulso, mientras se espera la llegada de ayuda médica.
Si además de que no respira y está inconsciente, se observa que el accidentado está muy pálido, no tiene pulso en la muñeca y el cuello y no se oyen sus latidos cardíacos, es muy posible que se haya producido una parada del corazón.
En este caso, debe procederse a practicar, además de la respiración artificial boca a boca, el masaje cardíaco externo.