Charlas de Seguridad 19 de junio del 2011 Prevención de Riesgos No hay comentarios
Cómo enfrentar el miedo a volar
Después del accidente de Sol, algunas respuestas que despejan dudas
Seamos machos: hablemos del miedo a volar. Pero la que contestó fue Karina Brown, obviamente mujer, madre de seis niños y que, por cuestiones de trabajo, viaja en avión con la regularidad con que la mayoría toma colectivos.
La propuesta de hablar de la aerofobia de hombre a hombre era de un artículo de Gabriel García Márquez publicado en los años 80 que cité poco después del accidente de Sol en un blog de aviación. Karina contestó en privado: «Siempre son 10 minutos antes del despegue -decía-. Una piensa. Piensa en que algo puede pasar. Pero cuando me enteré del accidente en Río Negro no pude dormir. Me puse muy mal». La busqué para ampliar su testimonio, pero ya no la encontré: había volado a Uruguay y, dos días más tarde, iba en un avión a Colombia.
No fue la única persona que sintió lo mismo, porque en otro post del mismo blog donde daba cuenta de cómo las compañías aéreas suelen sobrevivir a sus más trágicos eventos, los comentarios giraban en torno de los riesgos de usar ese medio de transporte y la obligada comparación con el auto y el barco. Nada sobre el futuro de Sol como empresa.
De hecho, en esos días posteriores al accidente ardía el teléfono del psiquiatra especialista en la materia Claudio Pla, presidente de Poder Volar, empresa que trata la aerofobia y funciona desde hace 16 años: «Frente a una tragedia como ésta, las consultas se multiplican», reconoce.
-¿Por qué hay más consultas, pero no hay un aluvión de cancelaciones de reservas?
-Porque las consultas vienen de gente que está planeando su viaje y se le activan los recuerdos negativos. Todos los días se generan nuevos temerosos ya sea por las noticias de las cenizas volcánicas, las represalias por la muerte de Ben Laden o cualquier otra novedad. Además hay un registro particular de todo lo local, los accidentes, que han sido muy pocos, o problemas gremiales, que son interpretados como foco de inseguridad, aunque no es así.
-¿Hay cada vez más gente que tiene miedo, a medida que aumenta la cantidad de viajeros en el mundo (hoy son 2,4 mil millones, se agregan de a 100 millones por año) o se ha generado una familiaridad con el transporte aéreo, como puede haber pasado antes con el auto?
-En la Argentina vuela sólo un 15% de la población. Además, ningún viaje en avión es igual a otro: diferentes modelos, diferentes condiciones de meteorología, diferente ubicación dentro de la cabina. Salvo unos pocos, la mayoría no podrá nunca familiarizarse con los viajes de avión. Además, el registro de altura y el miedo a las tormentas están adormecidos, y cuando se crece cambia la percepción de riesgo y aparece el miedo, asociado a un tema de responsabilidad para con otros o de crisis vital.
Además, con los años se van sumando fobias. La mente es como Google: va recolectando lo que le da miedo y cargando el disco rígido de la memoria traumática. Cargando negativamente. De hecho, el tratamiento es cargar también lo positivo, con toda la información que da seguridad.
-¿Qué es ese miedo de los 10 minutos antes de despegar?
-Es el momento de mayor activación. Para quien tiene ansiedad, entra en un callejón sin salida después de Migración. Dentro del avión hay una sofocación por exceso de anhídrido carbónico, porque está activado sólo el APU (auxiliar de potencia, por sus siglas en inglés), mientras que la ventilación se pondrá en funcionamiento después. La tripulación también está nerviosa y en sus instrucciones hay una evocación de la catástrofe (mascarillas, salidas de emergencia, etcétera). Por último, la estimulación sensorial y los ruidos de la turbina…, para quien está sensibilizado es una película de terror.
Las estadísticas dicen que el 30% de los pasajeros tiene miedo y que el 50% en ese momento reza. No creo que todos sean tan religiosos.
-¿Por qué hay gente que nunca tiene miedo a volar?
-La administración de las emociones tiene que ver con la carga genética, los modelos de cuando uno es niño y la administración del estrés. Quien es propenso a estresarse puede asustarse hasta de una hormiga. Lo cierto es que las personas hacen una negación funcional de la muerte hasta que le sucede a un familiar, por ejemplo, y aparece la sensación de vulnerabilidad. Son centros nerviosos que están en estado latente y surgen cuando hay un factor desencadenante. Para algunos puede ser una cosa y para otros, otra. Pero no hay persona que no tenga miedo.
He tenido pacientes que son grandes deportistas, esquiadores, por ejemplo, y por alguna situación personal o estrés ya no pueden subir a la montaña.
-¿Hay gente que disfruta de ese miedo, de ese riesgo?
-Hay una nueva descripción de psicopatología que se llama los buscadores de adrenalina. En algunos casos, los pilotos de avión pueden estar incluidos, aunque en ellos hay más de una sensación de poder. Sí describe a los saltadores de bungy jumping, por ejemplo. Lo que a uno le da terror a otro le da placer. Pero el miedo siempre se puede activar por estrés o crisis vital, y es una reacción animal. Frente al miedo, atacar o huir.
El verdadero placer está en la sensación de viajar, de la aventura.
La información que uno le da en el tratamiento es que sepa por qué está seguro y se abandone, ésa es la forma de vencer el miedo.
MINIGUIA
Botiquín de primeros auxilios para vencer el miedo a volar (fuente: Poder Volar).
Preparar con tiempo el equipaje.
Llegar al aeropuerto con tiempo y sin comité de despedida para no fomentar la emoción.
No subir al avión con hambre (la falta de glucosa aumenta la ansiedad).
Si va a tomar medicación, siempre con recomendación médica y 48 o 24 horas antes de viajar, no al subir al avión.